¿Quién soy?

Tú me examinas y me conoces
(Salmo.139, 1-12)

Señor, tú me examinas y me conoces,
sabes cuándo me siento o me levanto,
desde lejos penetras mis pensamientos.
Tú adviertes si camino o si descanso,
todas mis sendas te son conocidas.
No está aún la palabra en mi lengua,
y tú Señor ya la conoces.
Me envuelves por detrás y por delante,
y tus manos me protegen.
Es un misterio de saber que me supera,
una altura que no puedo alcanzar.
¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu,
a dónde escaparé de tu presencia?
Si subo hasta los cielos, allí estás tú,
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.
Si vuelo sobre las alas de la aurora,
y me instalo en el confín del mar,
también allí me alcanzará tu mano,
y me agarrará tu derecha.
Aunque diga: «Que la tiniebla me encubra,
y la luz se haga noche entorno a mí»,
no es oscura la tiniebla para ti,
pues ante ti la noche brilla como el día.

 

Texto para la oraciíon
(Mc 8, 22-26)

Curación de un ciego en Betsaida
Llegaron a Betsaida y le presentaron un ciego, pidiéndole que lo tocara.
Jesús tomó de la mano al ciego, lo sacó de la aldea y, después
de haber echado saliva en sus ojos, le impuso las manos y le preguntó:
- ¿Ves algo?
Él abriendo los ojos dijo:
- Veo hombres; son como árboles que caminan.
Jesús volvió a poner las manos sobre sus ojos; entonces el ciego comenzó a ver con claridad
y quedó curado, de suerte que hasta de lejos veía perfectamente todas las cosas.
Después le mandó a su casa, diciéndole:
- No entres ni siquiera en la aldea.

 

Reflexión…

La búsqueda de la propia identidad es un anhelo profundo que ocupa a todos los seres humanos.

La primera identidad de la persona es la que viene configurada por la familia, es una identidad puramente asimilativa; yo soy lo que he recibido.

En la adolescencia se inicia un fenómeno muy importante, que es el distanciamiento respecto a la familia, donde comienza una nueva construcción de identidad, la social. Esta identidad dependerá del contexto social en que se mueva, qué está de moda, cuáles son los modelos de referencia,…

El adulto se cuestiona la identidad social, y hace falta que descubra la identidad personal.

  • -¿Quién soy yo? ¿Qué me define? ¿Cuál es mi sello de identidad?
    Pregúntate por el camino personal que te ha llevado a ser la persona que hoy eres.
  • ¿Vivo desde una identidad social (rol) o desde la identidad personal?
  • ¿Siento la necesidad de ser yo mismo, liberado de esquemas mentales que me he impuesto y de lo que los demás esperan de mí (la sociedad, la familia, la pareja,…)?
  • ¿Quiénes te ayudan/aceptan en este ser tú mismo/a? ¿Quiénes y qué situaciones te impiden?

***

Para encontrar la respuesta a ¿Quién soy?, la capacidad de autoanálisis ayuda; pero es más importante dejarse interpelar por las situaciones, las relaciones y, sobre todo, dejarse interpelar por Dios, cara a cara.

Vivimos como si fuésemos ciegos, hasta que por fin nos dejamos tocar por Dios mismo. Su presencia en nuestra vida, transforma nuestro corazón y nos da ojos nuevos capaces ver y conocer la realidad con hondura y verdad.

La actitud vital para ello: Aquí estoy, Dios mío, abierto y desprotegido, dispuesto a lo imprevisible.
 

Canciones...

Abre, Señor, mis ojos,
para que vean las maravillas de tu corazón.
Estoy ciego al borde del camino,
sáname, para que te vea, mi Señor.

Abre, Señor, mis manos:
que permanezcan abiertas
y fortalezcan a los débiles.
Por encima de todo mal, camine
yo contigo; tómame de la mano,
para que vaya incluso a la cruz.

Abre, Señor, mi corazón,
para que escuche, en la llamada
de los pobres, la voz de Cristo.
Para muchos, Señor, estás muerto;
permanece siempre conmigo:
dame fe para que no me pierda
 

Con nosotros en el camino,
con nosotros el Señor;
contigo en el camino
todo es bueno.

El corazón tranquilo, sereno, sin
miedo, nos llevas bien en el camino.
En el camino difícil eres nuestro bien,
si caemos, nos levantarás.
Es largo el camino y el corazón
no puede, la voluntad tiene sed,
está herida nuestra esperanza.
Si tú vienes con nosotros, podemos
caminar, superando las dificultades.
Gracias, Señor, porque eres bueno,
porque te preocupas de nosotros.
No abandonaremos este camino de
libertad, estate siempre con nosotros

 

Poesía de Ernestina de Champourcín

Un día me miraste como miraste a Pedro…
No te vieron mis ojos, pero sentí que el cielo
bajaba hasta mis manos.
¡Qué lucha de silencios libraron en la noche
tu amor y mi deseo!
Un día me miraste, y todavía siento
la huella de ese llanto
que me abrasó por dentro.
Aún voy por los caminos, soñando
aquel encuentro…
Un día me miraste como miraste a Pedro.

 

Oración final

Dios mío, aquí estamos,
haciéndonos mil preguntas.
Líbranos, por favor, de la prisa
por encontrar soluciones.
Acompáñanos paso a paso.
Confío en ti, guía de los que buscan,
amor paciente, Dios mío.
 

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